Además de los datos bíblicos, han llegado hasta nosotros tradiciones antiquísimas relativas al santo, no siempre fáciles de interpretar.
Juan Marcos era hijo de aquella María en cuya casa se acogió san Pedro cuando salió milagrosamente de la prisión de Jerusalén. Pedro le llama «hijo mío» (lP 5,13); esto podría significar que Marcos fue bautizado por el apóstol. Es verosímil que Marcos fuera el adolescente que escapó desnudo del Huerto de los Olivos, aunque la tradición antigua no es unánime en este punto.
Primo de Bemabé, acompañó a éste y a san Pablo en el primer viaje misional a Chipre. Habiéndose negado Pablo a llevárselo de nuevo en su segundo viaje, Bemabé y Marcos regresaron solos a Chipre. El epíteto que recibe en las antiguas fuentes, kolobodáktylos (hombre de los dedos mutilados o cortos), unido a la noticia de que Marcos pertenecía al orden levítico, ha hecho suponer que se había mutilado el pulgar con el fin de no tener que ejercer el sacerdocio; pero puede también que indique sencillamente un defecto físico, a menos que se refiera -lo cual es menos probable- a la brevedad relativa de su Evangelio.
Marcos volvió a ser colaborador de san Pablo cuando éste se encontraba prisionero en Roma. Por la primera epístola de san Pedro, sabemos que Marcos se encontraba todavía en Roma en el año 64 o poco antes.
Los testimonios más antiguos nos presentan a Marcos como intérprete de Pedro en Oriente y en Roma; en esta última ciudad habría escrito el evangelio según las enseñanzas recibidas de los primeros apóstoles, aunque los autores modernos (contra la opinión de los antiguos) no estén todos de acuerdo sobre la identidad del Marcos discípulo de Pedro y el discípulo de Pablo y sobre la atribución del evangelio en cuestión a Juan Marcos.
Marcos regresó a Oriente; san Pablo, encarcelado por segunda vez, rogó a Timoteo (2 Tm 4, 11 ), cuando se encontraba éste en Éfeso, que condujera a Marcos a Roma, porque le era útil para el ministerio. Esta noticia, del año 66, es la última información histórica cierta que tenemos de Marcos.
Su relación con la Iglesia de Alejandría es muy oscura; quizá se trate en este caso de otro Marcos; de hecho, los escritores alejandrinos más antiguos, como Clemente, Orígenes y Dionisio, lo ignoran totalmente. Es imposible aceptar el año 8 de Nerón (fecha facilitada por·san Jerónimo y pasada al Martirologio) como el de la muerte del santo; correspondería al año 62, disconforme con la cronología anteriormente indicada. Todo lo demás, incluido el supuesto martirio y las historias de las reliquias, pertenece a la leyenda.